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¿La minería nos ha transformado y no nos hemos dado cuenta?

Publicado: 2012-02-22

No, la minería no nos ha transformado. Más bien, nos ha forjado bajo una ideología única y depredadora. No nos ha transformado dado que hemos nacido con la idea de que ser un país minero -mejor dicho extractivista- es bueno para el desarrollo y va a generar bienestar, sin objeción alguna.

Solía, y suelo cuando puedo, conversar amigos, de la infancia, del colegio, la universidad, alumnos, economistas, administradores, ingenieros, artistas, contadores, jefes, gerentes, profesores e infinidad de personas acerca de su perspectiva frente al fuerte desarrollo de las industrias extractivas. Ya no me sorprende tener que entablar una pequeña discusión y llegar, en alguno de los casos, a fuertes discrepancias dado que muchos de ellos sostiene una posición inequívoca sobre los grandes beneficios que las industrias extractivas pueden traer al país. Yo siempre trato de entender su posición preguntándoles por algunos fundamentos sólidos sobre sus argumentos. Ahí es donde surge el conflicto, dado que los únicos fundamentos que recibo son, sin menospreciar la profesionalidad de algunos, datos vagos sobre recaudación tributaria del país que no me dicen nada, aumento de las exportaciones tradicionales sin ningún valor agregado, oportunidades de mejora tecnológica en ciertas áreas y hasta noticias de El Comercio u otro diario que anuncia la llegada de miles de millones de dolares al país. La gente suele sentir una gran alegría cuando anuncian inversiones en el país, pero ¿nos hemos puesto a pensar que impacto puede tener esas inversiones en el desarrollo sostenible y si realmente va a beneficiar al país en conjunto?

Ha quedado demostrado en varios estudios -destacando el estudio hecho por Javier Arellano, Minería sin Fronteras- que las Nuevas Estrategias de las Industrias Extractivas (canon minero, regalías, etc) más que haber generado desarrollo en las regiones mineras han generado conflictos, malversación de fondos, y hasta menor desarrollo que en regiones no mineras. Pueden consultar, por ejemplo, el libro Anthropologica, donde se hace un estudio de campo de las principales regiones mineras y el impacto económico, social y cultural. Aquí destaco el caso de Cerro de Pasco y el caso de Antamina, donde la influencia económica y social ha transformado no solo el escenario territorial y ambiental, sino las costumbres y actividades económicas básicas.

Hace poco leí a Eduardo Gudynas, su estudio se centra en la determinación del problema principal del modelo extractivista que afrontan las economías latinoamericanas y la identificación de un camino que genere un cambio hacia la era post extractivista. Gudynas aborda este tema de forma tanto global y política, como de forma individual, exponiendo la gran dificultad que significa transformar el modelo actual dado el nivel de arraigo que tiene en el pensamiento de la clase política, económica y social. Este último punto, sumamente importante y que no le hemos prestado tanta atención, tiene una raíz, como menciona Ernesto Ráez, en la educación.

El pobre entendimiento de la ideología capitalista y materialización del ambiente nos ha llevado a la visión extractivista contemporánea que plantea la subordinación o cosificación de la naturaleza concebida como algo ajeno a nosotros. Así, los objetivos sociales, la ética incluso, quedan divorciados de las dinámicas naturales. Es de esta única manera como se puede ser ultra extractivista con poca angustia por las consecuencias. Es imposible alcanzar la sostenibilidad ambiental desde un concepto de desarrollo que requiere una oferta natural ilimitada e intercambios permanentemente desiguales, en un planeta finito, pero sí encaja perfectamente con el concepto de naturaleza divorciada del ser humana y subordinada. Es en este punto donde la actual educación carece de la estrategia para devolver la conciencia a los peruanos sobre la importancia de mantener y cuidar los diversos ecosistemas que el Perú alberga. Asimismo, esto se hace cada vez más difícil mientras más y más personas habiten en las ciudades costeñas y Lima, que hoy constituye casi el 30% de la población peruana, debido al alejamiento a la realidad nacional que los alumnos puedan sentir.

Una de las máximas de la Ley de la Termodinámica afirma que es imposible extraer o transformar sin provocar desorden y desperdicio. Por lo que a mayor extracción, mayores serán los efectos del daño y el riesgo de daño. La tragedia extractivista consiste en que la intensificación y ampliación de estas industrias solamente puede aumentar los impactos negativos sobre la biósfera. Aquí también yace la base del raciocinio ambientalista a favor del post extractivismo: que una sociedad que transforme más y extraiga menos debería también contaminar y destruir menos.

Hoy en día, prácticamente todos los ecosistemas, especialmente aquellos de los que obtenemos servicios ambientales imprescindibles como agua dulce, aire respirable y alimentos básicos, se encuentran en procesos de degradación acelerada o sujetos a amenazas crecientes e inminentes. Hoy más que nunca necesitamos que todos nos interesemos por este tema, indiferentemente si hemos estudiado artes, moda, administración o somos deportistas, médicos, cirujano; es imposible que nos libremos de los efectos que la indiscriminada extracción va a traer al país y las grandes pérdidas de recursos de necesidad básica. Es importante que todos estemos enterados y seamos conscientes de lo que en realidad significa este modelo de ultra extractivismo.


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Polyconomía

Una nueva perspectiva